viernes, 11 de diciembre de 2020

 

Lo poético como tarea de encuentro:

( ¿lo poético es personal ?).

 

“Nuestra tarea no es ir lejos, es ir cerca. Construir espejismos que nos ayuden a vernos en el espejo”. D.B.

 

Desde que me hice cargo de mi vida, escribir poesía ha sido  siempre una estrategia de salida.De salida de un atolladero, de una interrogante (aparentemente) insoluble, de un dolor oscuro, de una herida dulce.

Una forma de encuentro conmigo misma; de dibujarme y repasar mis líneas, borroneadas por el amor o por el espanto.

Así  se fue instituyendo el lugar de la escritura en mi vida; fuera  esta una escritura íntima o compartida, desde su despliegue  fue des/plegando y delineado mi subjetividad.

 O quizás lo contrario: mientras fui escribiendo, fui instituyéndome como  sujeto social, que se dibujaba como mujer concreta, en el acto de escribir/me.

Diversos autores, en general estructuralistas, definen la escritura “como a una práctica significante”; es decir, una práctica que  instituye sentidos (configura, instala, crea) o pone en cuestión lo instituído de los discursos que van tejiendo, explicando( y también tensando) el orden social.

Más precisamente la poesía, o lo poético (como uno de los modos de esa  práctica significante), contiene algunos rasgos que podrían constituirse como propiciadores de la emergencia de un discurso alternativo, o cuestionador, o simplemente  “otro”.

Un otro discurso que habla de otra/s variadas maneras de entender y constituir el ir siendo, y que por esto precisamente, recepciona, sostiene y da visibilidad a la escritura-entretejido intencionado de palabras-de quienes están invisibilizados  por ese orden social dominante.

La interrogante acerca de por qué este modo  –lo poético- era el que “casi naturalmente” tomaban mis palabras allá y entonces, se fue configurando cuando ya militante, y operadora en psicología social y  luego madre, me fui encontrando  con otras mujeres y sus palabras-más visibles o más escondidas- en los diferentes espacios de reflexión sobre la autoestima, o sobre feminismo, o aún acerca de lo político, todas  con una búsqueda de expresión y un modo similar para la misma.

Desde este tránsito es que asumo y pongo a consideración que la poesía como producto; o su estética y ética, como constitutivas de lo poético , son un modo privilegiado para las escrituras que intentan abarcar ese/este  “ir siendo” instituyente.

Nicola Abbagnano  distingue tres conceptos fundamentales de poesía: 1) la poesía como estímulo o participación emotiva; 2) la poesía como verdad; 3) la poesía como modo privilegiado de expresión lingüística; Diana Bellessi la define como la idiota de la familia-la que reside en el hogar, en lo íntimo, siguiendo el origen de la palabra-; Julia Kristeva la ubica en el nivel de lo preverbal,  previa a la inclusión del sujeto en el sistema del lenguaje y por ello, cercano a “lo materno”.

Estas apreciaciones confluyen en un cierto énfasis, y  nos pueden acercar a entender lo poético como un modo de enunciación que al emerger, moviliza una energía (la “chora”) que puede poner en movimiento la relación entre signo y significante, no para desconocerlos, aunque quizás si para modificarlos, airearlos, movilizarlos. Y que coloca al sujeto de la enunciación-o al yo lirico en el caso de las escribientes –en una zona de intermediación entre lo que está y lo que aún no es: Ver no viendo, propone Helene Cisoux, para animar/se/nos a tomar contacto con lo que no está en la superficie, lo implícito, lo siniestro y aún, lo caótico que habita en un ser que va deviniendo en tal, en su relación con otros.

Ese es, para mí, el sentido del “estar cerca” que elige Diana Bellessi para definir el para qué de la poesía: cerca de la pequeña voz del mundo, que no es tal por insignificante, sino precisamente por  cotidiana, sensible, alerta/alertante de lo que puede devenir (en el sentido deleuziano*1).

Podemos también plantearnos que la poesía, en tanto praxis significante, puede y necesita desafiar y desarmar el sentido de lo receptivo  como mera pasividad, que  el sistema patriarcal y el capitalismo montado sobre el mismo imponen al discurso (es decir al pensamiento y comprensión del mundo y la realidad) dominante.

Incluso me animaría  a decir que pueden descubrirse  textos de poesía feminista, ya sea por intención de sus autoras, o por efecto (incluso por  “añadidura”, como diría J.Lacan).

Esta última afirmación me la anima a  pensar aquella consigna  que acuñaron los movimientos feministas :

”lo personal es político”.*2

Hoy, desde esta interrogante y desde mi experiencia anudada a ella de alguna forma, he llegado a considerar que la poesía, en sí, es una expresión de Lo Femenino, entendiéndolo como a  aquel aspecto de la totalidad que la constituye en tal; el polo que aporta lo receptivo, lo gestante, lo creativo; lo intuitivo, la emocionalidad.

Me gusta pensarla como Poiesis, como actitud del ser, deviniendo; en tensión necesaria y permanente con la Praxis.

Creo que también esto nos habilita a hacernos el espacio para reconocer que son visibles diferentes  formas de ser Mujer, de devenir Mujer, o mujeres. La Mujer no Existe(ya lo dejó sentado el ya mencionado  psicoanalista Jacques Lacan).

Existimos las mujeres. 

(Mujeres: existimos!)

Sobrevivimos siendo mujeres de diversas formas; sobrevivimos creando diferentes maneras de ser mujeres existiendo. Nos recreamos de diferentes maneras, escribiendo y reescribiéndonos, dando sentido de potencia a la afirmación renacida en este taller: lo personal es poético.

 

 *1 http://reflexionesmarginales.com/3.0/que-es-un-devenir-para-gilles-deleuze/

 

*2 http://www.diariofemenino.com.ar/documentos/lo-personal-es-politico_final.pdf