Lo poético como tarea de encuentro:
( ¿lo poético es personal ?).
“Nuestra tarea no es ir
lejos, es ir cerca. Construir espejismos que nos ayuden a vernos en el espejo”.
D.B.
Desde que me hice cargo de mi vida, escribir poesía ha
sido siempre una estrategia de salida.De salida de un atolladero, de una interrogante
(aparentemente) insoluble, de un dolor oscuro, de una herida dulce.
Una forma de encuentro conmigo misma; de dibujarme
y repasar mis líneas, borroneadas por el amor o por el espanto.
Así se
fue instituyendo el lugar de la escritura en mi vida; fuera esta una escritura íntima o compartida, desde
su despliegue fue des/plegando y
delineado mi subjetividad.
O quizás lo contrario:
mientras fui escribiendo, fui instituyéndome como sujeto social, que se
dibujaba como mujer concreta, en el acto de escribir/me.
Diversos autores, en general estructuralistas, definen la
escritura “como a una práctica significante”; es decir, una práctica que instituye sentidos (configura, instala, crea) o pone en
cuestión lo instituído de los discursos que van tejiendo, explicando( y también tensando) el orden social.
Más precisamente la poesía, o lo poético (como uno de los
modos de esa práctica significante), contiene
algunos rasgos que podrían constituirse como propiciadores de la emergencia de
un discurso alternativo, o cuestionador, o simplemente “otro”.
Un otro discurso que habla de otra/s variadas maneras de
entender y constituir el ir siendo, y que por esto precisamente, recepciona,
sostiene y da visibilidad a la escritura-entretejido intencionado de palabras-de
quienes están invisibilizados por ese
orden social dominante.
La interrogante acerca de por qué este modo –lo poético- era el que “casi naturalmente”
tomaban mis palabras allá y entonces, se fue configurando cuando ya militante,
y operadora en psicología social y luego
madre, me fui encontrando con otras
mujeres y sus palabras-más visibles o más escondidas- en los diferentes
espacios de reflexión sobre la autoestima, o sobre feminismo, o aún acerca de
lo político, todas con una búsqueda de expresión y un modo similar para la misma.
Desde este tránsito es que asumo y pongo a consideración que
la poesía como producto; o su estética y ética, como constitutivas de lo
poético , son un modo privilegiado para las escrituras que intentan abarcar ese/este
“ir siendo” instituyente.
Nicola Abbagnano
distingue tres conceptos fundamentales de poesía: 1) la poesía como
estímulo o participación emotiva; 2) la poesía como verdad; 3) la poesía como
modo privilegiado de expresión lingüística; Diana Bellessi la define como la idiota
de la familia-la que reside en el hogar, en lo íntimo, siguiendo el origen de
la palabra-; Julia Kristeva la ubica en el nivel de lo preverbal, previa a la inclusión del sujeto en el sistema
del lenguaje y por ello, cercano a “lo materno”.
Estas apreciaciones confluyen en un cierto énfasis, y nos pueden acercar a entender lo poético como
un modo de enunciación que al emerger, moviliza una energía (la “chora”) que
puede poner en movimiento la relación entre signo y significante, no para
desconocerlos, aunque quizás si para modificarlos, airearlos, movilizarlos. Y
que coloca al sujeto de la enunciación-o al yo lirico en el caso de las
escribientes –en una zona de intermediación entre lo que está y lo que aún no
es: Ver no viendo, propone Helene Cisoux, para animar/se/nos a tomar contacto
con lo que no está en la superficie, lo implícito, lo siniestro y aún, lo
caótico que habita en un ser que va deviniendo en tal, en su relación con
otros.
Ese es, para mí, el sentido del “estar cerca” que elige Diana
Bellessi para definir el para qué de la poesía: cerca de la pequeña voz del
mundo, que no es tal por insignificante, sino precisamente por cotidiana, sensible, alerta/alertante de lo
que puede devenir (en el sentido deleuziano*1).
Podemos también plantearnos que la poesía, en tanto praxis
significante, puede y necesita desafiar y desarmar el sentido de lo receptivo como mera pasividad, que el sistema patriarcal y el capitalismo
montado sobre el mismo imponen al discurso (es decir al pensamiento y
comprensión del mundo y la realidad) dominante.
Incluso me animaría a
decir que pueden descubrirse textos de
poesía feminista, ya sea por intención de sus autoras, o por efecto (incluso por “añadidura”, como diría J.Lacan).
Esta última afirmación me la anima a pensar aquella consigna que acuñaron los movimientos feministas :
”lo personal es político”.*2
Hoy, desde esta interrogante y desde mi experiencia anudada a
ella de alguna forma, he llegado a considerar que la poesía, en sí, es una expresión
de Lo Femenino, entendiéndolo como a
aquel aspecto de la totalidad que la constituye en tal; el polo que
aporta lo receptivo, lo gestante, lo creativo; lo intuitivo, la emocionalidad.
Me gusta pensarla como Poiesis, como actitud del ser,
deviniendo; en tensión necesaria y permanente con la Praxis.
Creo que también esto nos habilita a hacernos el espacio para
reconocer que son visibles diferentes
formas de ser Mujer, de devenir Mujer, o mujeres. La Mujer no Existe(ya
lo dejó sentado el ya mencionado psicoanalista
Jacques Lacan).
Existimos las mujeres.
(Mujeres: existimos!)
Sobrevivimos siendo mujeres de diversas formas; sobrevivimos
creando diferentes maneras de ser mujeres existiendo. Nos recreamos de
diferentes maneras, escribiendo y reescribiéndonos, dando sentido de potencia a
la afirmación renacida en este taller:
lo personal es poético.
*1 http://reflexionesmarginales.com/3.0/que-es-un-devenir-para-gilles-deleuze/
*2 http://www.diariofemenino.com.ar/documentos/lo-personal-es-politico_final.pdf